lunes, 8 de febrero de 2010

Capitulo 34

Qiero aclararles qe las cosas qe dije de Kellan son totalemente inventadas, estuve buscando por un buen rato alguna info que dijera lo que busco pero no encontre (soy bastante mala con el google), asi qe dije, para qe está la imaginacon? Y lo inventé. La qe no entienda la explicacion de futbol, me avisa y la repito o se la hago mas linda. Ahora les dejo el cap, qe es totalemnte Kellan&Mery - exclusivo para Maqii-.


Capitulo 34 – ¿Vos?
Me volteé molesta por que habían roto mis cavilaciones, y al hacerlo me encontré con el mejor de los cielos celestes enmarcado en unas largas pestañas rubias. Y cuando los rasgos cuadraron con el nombre, solté – vos? Qué haces acá?
- linda bienvenida me das – dijo con sarcasmo y se sentó en frente como si lo hubiese invitado.
- lo siento – me disculpé, él no tenía la culpa del torbellino de emociones en el cual me encontraba – pensé que nunca te volvería a ver, eso es todo.
- auch eso dolió – dijo fingiendo sufrimiento en una mueca bastante poco creíble, de modo que me hizo sonreír – de todos modos me verías en el casamiento.
- supongo – respondí mientras bebía un sorbo del capuchino. A decir verdad no me gustaba encontrarme con el hombre que me confundía en el mismo lugar que conocí al amor de mi vida.
- oye y como estás? – preguntó despreocupado, pero sabía claramente que no se refería a lo que me pasaba en este instante, sino lo que pasó dos semanas atrás. Afortunadamente en ese momento llegó Charlie, quién me miró interrogante, supuse que quería saber quién era mi acompañante, luego le explicaría. Después de tomar la orden de mi amigo se fue detrás de la barra a preparar el café y las medias lunas que había pedido la persona del otro lado de la mesa – piensas contestarme? – preguntó observando como Char se perdía detrás de la barra.
- estoy tan bien como puedo estar – respondí suspirando y con sinceridad, a decir verdad no podía dar otra respuesta. Creo que él lo notó al instante porqué pude ver en su cara una expresión de molestia, como si le molestara mi sufrimiento, el cual se podía palpar en el aire, solía ser muy transparente de modo que todos conocían mis sentimientos cuando pasaban por mi interior.
- me alegra saber que no estas tan mal como pensaba – se sinceró sonriendo.
- suelo ocultar muy bien lo que pasa – dije esforzándome por sonreír, pero todo lo que conseguí fue una extraña mueca. Entonces él cambió la expresión y me miró con lástima, a lo que yo dije – no permito que me mires de ese modo.
- de qué modo? – preguntó desconcertado y confundido.
- con lástima – espeté enojada – sé que tengo parte de culpa por lo que pasó, por el modo que reaccioné. Lo sé, pero yo no fui la que pidió que me mintiesen, eso corrió por su cuenta – suspiré triste y angustiada, podía notar su mirada triste en mí de modo que levanté la vista para observarlo.
- él te ama – dijo convencido y por un momento juraría que por sus ojos pasó un rayo de celos, o tal vez era enojo?
- ya lo sé Kell, ya lo sé – hice una pausa imaginando qué estuviese haciendo en este momento si Jackson estuviera aquí conmigo, pero ese increíble sueño se desvaneció cuando caí en cuenta que la realidad era otra – y créeme que me siento terrible, pero no en sí por la mentira sino porque no confió en mí para semejante cosa. Yo... –vacilé –yo...- agaché la cabeza y dejé escapar un par de lágrimas – yo realmente no quiero hablar de eso.
- está bien, te entiendo perfectamente pero quiero que sepas que voy a estar aquí para lo que necesites Mey, cualquier cosa Kellan estará al rescate – dijo mientras tomaba una de mis manos entre las suyas, y a pesar de todo no pude no compararlas con las que hace un tiempo ocupaban su sitio. Las manos de Jackson tenían dedos largos, supuse que por tocar la guitarra, uñas cortas y pulcras, suave al tacto y cálidas. Sin embargo las manos de Kellan eran enorme, realmente enormes; sus dedos eran también largos pero sus uñas más largas de lo que me gustaría, y a pesar de ser cálidas no era el tipo de calidez que buscaba.
Levantó una de sus manos, con un dedo levantó mi mentón haciendo que me inundase en el mar que eran sus ojos, y limpió con extrema delicadeza mis lágrimas. Lejos de sentirme fuera de lugar, me dio mucha ternura su gesto, de modo que no puede evitar sonreír aunque sea un poco.
- eso está mucho mejor – dijo con una de sus enormes sonrisas, al parecer le satisfacía el echo de que estuviese mejor.
En ese momento llegó Char con el pedido de Kellan, intercambiaron un par de palabras qué eventualmente no entendí y el primero se retiró. Pero aún seguía en mi mundo, no puedo creer que esté tomando un café con el hombre que hace un par de semanas me partía la cabeza. Sabía muy bien qué solo estaba presente en mí porque era muy apuesto, tenía claro que nunca llegaría a pensar más allá de la amistad, pero tenía el presentimiento que él sí podía tenía otros horizontes, y lejos de preocuparme me halagaba pero sabía que estaba mal y sobretodo porque era amigo, muy amigo del hombre que me robaba los suspiros.
- entonces – dije mientras él sorbía de su café amargo – qué haces aquí?
- bueno, hace dos días que Robert me llamó desesperado por lo del casamiento – explicó mientras posaba la taza sobre su correspondiente plato – está bastante estresado y, por lo que sé tu amiga lo tiene llevando de un lado al otro. Necesita una salida de machos– agregó sonriendo y mostrando los músculos de su brazo – aunque se me hace extraño que no estés junto con Gabi con los preparativos.
- no se me dan muy bien los casamientos – expliqué cohibida – suelo llorar sin parar, de ese modo no sería de gran ayuda para ella – hice una pausa –de todas formas mejor, no soporto los preparativos previos a ninguna fiesta. Es realmente estresante!!
- al parecer sí, Robert está harto – dijo carcajeándose, de modo que no pude evitar imaginarme a Rob siendo cinchado por su futura esposa de aquí para allá, de tienda en tienda eligiendo cosas para su boda; cuando este tumulto de imágenes se formaron en mi mente me fue imposible no reírme, así que nos vimos ambos envueltos en una risa alta y graciosa, qué conforme más nos reíamos más ganas de reír teníamos.
Sentía que esa carcajada en conjunto había demorado mucho en cesar, tal vez habían sido escasos segundos o incluso largos minutos pero pude sentir que con ella, descargaba mis penas de una manera mucho más pulcra qué con lágrimas. Debería entonces juntarme más con este chico que me hacía reír, así al menos me podía sentir más liviana.
- blanco o negro? – preguntó de pronto Kellan, una vez que nuestras risas habían acabado. Qué pretendía?
- depende para qué – contesté confusa y extrañada por su actitud – tú que prefieres? – pregunté aún sin saber a qué se refería.
- el negro es muy solemne y suele ser usado para muchas cosas – dijo pensativo – pero el blanco es mucho mas pulcro, puro y natural. Ese color va contigo – dijo sonriendo tímidamente. No me consideraba una experta en descifrar indirectas, pero ésta en particular señalaba que yo era pulcra, pura y natural? Fue muy linda la manera en la que lo dijo a pesar de que no tenía necesidad de hacerlo. Realmente comencé a pensar qué tal vez debería asustarme o al menos preocuparme un poco con sus intenciones, qué al parecer estaban bastante claras, casi cristalinas. Y a pesar de que lo encontraba totalmente atractivo, muy amigable, divertido y espontáneo, seguía prefiriendo el silencio, las sonrisas y los ojos verdes de Jackson.
- sabes? Siempre pensé que eras poco profundo – él reaccionó frunciendo el ceño y con sus ojos desorbitados, al parecer lo había ofendido – pero esa reflexión es interesante.
- bueno cariño no soy solo una gran masa muscular muy sexie, tengo cerebro también – dijo ofendido a medias pero con una sonrisa – te sorprenderías de mi intelectualidad.
- sorpréndeme – dije decidida a retarlo.
- ok, adelante – cedió él desafiándome con la mirada.
- libro favorito? – pregunté entornando los ojos, a través de mi trabajo en la librería había descubierto qué el libro favorito de las personas decían mucho de éstas.
- Eclipse – dijo muy satisfecho y pagado de sí mismo.
- por supuesto – dije sonriendo.
- músico favorito? – pregunté luego de una pausa, e intuyendo lo que me diría.
- Linkin Park y aunque parezca mentira – dijo un tanto avergonzado – Robbie Williams Y a pesar de que intuía un poco de rock nunca pensé que le gustara el tipo de música que hace el muchacho ingles.
- okei eso fue extraño – admití totalmente extrañada – pero oye a mi también me gusta la música de Robbie. “I just wanna feel real love” entoné sonriendo, él me había vacilado infinitas veces, una vez que yo le tomara el pelo no le hacía para nada mal.
- de acuerdo, de acuerdo – dijo agitando las manos avergonzado – cuál es tu grupo favorito genio? – preguntó divertido, pensando que tal vez le llegaría la oportunidad de bromear a costa mí pero trataría de ser lo bastante astuta para que eso no sucediera.
- The Beatles por supuesto – dije sonriendo victoriosa al ver la decepción de sus ojos – y un cantante guatemalteco.
- sabes? Yo prefiero los Rollings – dijo sonriendo con suficiencia.
Entonces los recuerdos se filtraron en mi mente...
- Rollings o The Beatles? – le pregunté al muchacho de ojos verdes que residía en el sofá de mi casa.
- The Beatles por supuesto – dijo como si fuese obvio.
Los recuerdos de esa tarde se desvanecieron y pude volver a enfocar mi vista en Kellan. Sabía que las comparaciones era fastidiosas, pero no podía dejar de pensar qué a pesar de ser muy amigos, Jackson y Kellan eran muy distintos, incluso en los gustos musicales. Cualquiera diría que Jackson con su look rockero preferiría a los Rollings, pero cuando dijo aquello esa tarde en casa me sorprendió y eso era lo que me gustaba de él. Sin embargo Kellan había elegido algo que era exactamente lo que se esperaba de él.
Realmente no sabía porqué el afán de compararlos, pero no lo podía evitar. Celeste contra verde. Esmeralda contra lapislázuli. Tan distintos pero tan iguales a la vez. Será que me guste Kellan? Sino cual otra razón para que lo esté comparando con él? Me podría llegar a gustar? Tan sádica era, como para que me guste el mejor amigo del hombre de mi vida?
- cuál es tu deporte favorito? – preguntó Kell de pronto, interrumpiendo así mis muy morbosas cavilaciones.
- fútbol, el mejor deporte que pueda existir – exclamé emocionada diciendo lo que para mí era ya una obviedad.
- no lo puedo creer!!! Eres de las pocas mujeres adora el fútbol!! – exclamó fuera de sí y elevando el tono de voz, de modo que varios clientes de la cafetería levantaron la vista para observarnos – pero es cierto, si Robert me dijo que eras una genia en eso!!
- tal vez haya exagerado bastante – dijo avergonzada de que me pintaran como una grande sabedora del fútbol.
- no lo creo –dijo sonriendo ampliamente pero de pronto quedó serio y preguntó como si fuese un policía interrogando al sospechoso – 4-4-3 o 4-3-1-2?? (para las qe no sepan, son formas de parar a los jugadores en la cancha. Lo primero sería cuatro defensas o zagueros, cuatro laterales o mediocampistas y tres puntas o delanteros. El segundo sería cuatro zagueros, tres laterales, un enganche qe comúnmente es el 10 y dos delanteros de área, o por las puntas.)
- okei, eso es complicado – expresé pensativa – creo que 4-3-1-2. Me gusta el futbol con la pelota al césped, me apasionan los 10 que saben disipar el futbol en toda la cancha; me encanta verlos gambetear y enganchar para evadir a la zaga. Pero sólo esta bueno si los laterales se proyectan y desbordan por las puntas, sino es aburrido – sentencié pensando detalladamente cuál era a mi ver la mejor forma de jugar.
- Oh por Dios eres un genio, y realmente sabes!!! – exclamó gritando, cosa que me hizo reír bastante mas no dejaba de estar avergonzada. - gracias supongo – dije mirando hacia abajo mientras jugueteaba con las manos, quienes me parecían de lo más interesantes en estos momentos.
- oye dentro de poco juega el Milán y el Manchester por la Champion, queda a pocos kilómetros de aquí. Vamos? – preguntó esperanzado. Desde que había llegado a Londres había querido ir a un partido de la Champion pero no había tenido oportunidad de encontrar a alguien que me acompañara. Gabriela más allá de River, Boca, San Lorenzo, Independiente y Estudiantes de Argentina no salía, y prácticamente Julieta apenas sabía que el clásico uruguayo era entre Nacional y Peñarol, de modo que me tenía que buscar a alguien y al parecer sin querer había encontrado uno.
- por favor vamos –exclamé como niña chica, y me encaminé a una salida con el amigo del amor de mi vida, qué probablemente me gustase. A veces me preguntaba porqué me metía en estas cosas.

martes, 2 de febrero de 2010

Capitulo 33

Agradezco a las 6891 personas qe han pasado por aquí, a las 10 seguidoras y a las 4 personas qe comentaron el capitulo anterior. Disfruten :)

Capitulo 33 – Transición
Habían pasado dos semanas desde aquel día y no tenía noticias de él, ni una llamada, un mensaje o incluso un mail. Había prácticamente, desaparecido del mapa. Pero a pesar del dolor que eso me causaba, estaba satisfecha porque él tenía la certeza de que lo amaba, y con eso me bastaba para sobrellevar la situación. No diría que estaba feliz, porque sería mentir, pero sí estaba con la conciencia limpia, todo lo que se había querido decir, se dijo. Bueno, tal vez todo no se había dicho, pero sí lo suficiente para estar en paz con uno mismo. Pero nunca voy a negar que lo extraño horrores, que cada noche sin él duele, que el no recibir sus inexplicables llamadas o sus inesperadas visitas sólo alimentaban el vació que me había dejado al irse.
A pesar de todo, del dolor que sentía y el alivio que tenía porque él lo sabía todo, no dejaba de preguntarme qué había echo mal para que él no confiara en mí con semejante cosa. Nunca lo hubiera juzgado, lo hubiéramos solucionado juntos, estaba dispuesta a mantener una relación a distancia, cualquier cosa para permanecer a su lado; pero no, él había optado por ocultarlo. Qué había echo mal para que tomara esa decisión? Tal vez le había dado la imagen de una mujer sospechosa? Tal vez vio que me enfurecería con él al saber que me dejaba? No podía entender como no había confiado en mí, se supone que la base de cualquier relación era la confianza, pero al parecer él no la tenía en mí, y eso dolía incluso más que la propia mentira en sí.
Prefería no pensar en eso, en vez de ahogarme en la pena de que él no estaba, vivía con la alegría de lo bonita que fue la etapa de nuestra relación. Al menos así no me sentía tan mal, sufría eso era verdad pero trataba de hacerlo un sufrimiento ameno. Hacía ya varios días que no lloraba por las noches, de modo que veía un progreso. Sabía que nunca me olvidaría de él, pero al menos aprendería a vivir con su ausencia.
Hacía apenas unos días había vuelto a hablar con las chicas, luego de muchas súplicas, lágrimas y peleas había entendido que ellas solo habían respondido a la promesa que Jackson les hizo hacer de que no me dijeran nada, ellas no había tenido nada que ver con el asunto, así que no las podía culpar de nada.
Al parecer Julieta estaba muy entusiasmada en su relación con Cam, se la notaba radiante y feliz como hace tiempo no se la veía, al parecer las cosas iban encaminadas. Por lo que ella contaba, sus citas eran de lo más románticas cosa que parecía raro en su novio, que se veía tan mujeriego y seductor pero al parecer debajo de esa capa de masculinidad se encontraba un hombre sensible y eso a Juli le encantaba.
Sin embargo Gabriela estaba de lo más estresada con los preparativos de la boda, pero a pesar de eso se la notaba feliz, irradiaba una especie de luminosidad que a todos alegraba con su pasar. Afortunadamente no me tocó participar de los preparativos, dijo que ella junto con Juli lo harían así ambas me ahorraban el momento incómodo. No era que las bodas no me gustasen, es que al parecer me alteraban demasiado y me sensibilizaba a tal punto que comenzaba a llorar sin explicación, así que era bastante bochornoso salir conmigo para ese tipo de cosas. Por lo que contaba Gabi, Robert estaba tan o más emocionado que ella, había pagado los pasajes de toda la familia de la novia, quienes se venía expresamente de Argentina para presenciar el casamiento de la nena.
Todos desbordaban alegría por el acontecimiento, menos yo. Digo, no es que no estuviese feliz por mi amiga, de echo al contrario estaba extasiada que encontrara el amor de su vida, pero ese implicaba que en la ceremonia debía ver a Jackson, trataba de no pensar en aquello pero en ciertos momentos de soledad no podía evitarlo, y menos si la boda se me venía encima en menos de dos semanas. Francamente no me sentía preparada para tal encuentro, pero también sabía que no podía evitar que fuera y yo tampoco podía faltar, de modo que sólo podía pretender no verlo. Aunque vamos, mi madre me había enseñado mejores cosas que esa, así que lo saludaría por amabilidad y me limitaría a hondar mi pena pero sin que se nota. A quién engañaba? No estaba preparada para ese encuentro!! No sabía cómo reaccionaría, como actuaría. Era realmente un tema estresante para mí, así que decidí como solía hacerlo, salirme por la tangente.
De modo que cogí mi bolso y el chaquetón negro y salí del apartamento. Era sábado y como solía, iría a la cafetería de Charlie a pasar la tarde, no me apetecía quedarme en mi casa pensando cosas que me autodestruían. El vespertino aire de Londres refrescaba mi rostro y mi alma, la cual últimamente estaba bastante gris a pesar de que pretendía estar de colores vívidos no había otro aparte de ese que ocupara la totalidad de mi marquito corazón, de mi desgarrada alma y mi demacrado cuerpo. El brisa relajaba y por un segundo, sólo por un segundo me alejaba de todas las preocupaciones que afectaban mi desquiciada mente.
Al llegar a la cafetería, ésta estaba casi vacía, lo que incrementó el vacío en mi alma pero a pesar de eso, necesitaba un momento sola con un libro así que seguía caminando hacia la barra, en donde me encontré con Charlie. Como solía hacer, me preguntó como estaba, cómo seguía, si necesitaba algo y otras preguntas referidas a mi bienestar. No sabía lo que había pasado entre Jackson y yo con exactitud, pero sabía que me había lastimado, y eso no lo ponía de buen humor precisamente, es más en varias oportunidades se había ofrecido a golpearlo por no cumplir su promesa, pero me había negado aludiendo que no valía la pena, que todo estaba solucionado.
Luego de la serie de preguntas características, pedí un capuchino y me dirigí a mi mesa habitual. Comencé a observar a la poca gente de mi alrededor, hace apenas unas semanas había cogido ese hábito y ahora cada vez que venía no lograba evitarlo.
Había dos mesas más a la derecha una pareja cuarentona. Ella era muy bonita, pelirroja y ojos grises, sin embargo él no se podría decir que era agraciado y a pesar de eso, se miraban como si sus vidas dependiese del otro. Aparté la mirada de esa pareja, pensar en el amor a veces dolía y sobretodo porque no o tenía conmigo.
Pocas mesas más allá, estaban dos jóvenes. La chica era morena con unos ojos cautivadores y unos increíbles zapatos, el chico sin embargo era rubio pero con unos deslumbrantes ojos celestes. Él acercó su mano a la de ella y con timidez la tomó entre las suyas, mientras hablaba con rapidez. La cara de la chica era de incredulidad pero cuando el muchacho terminó de hablar, se podía vislumbrar en su cara una gran sonrisa de felicidad. Aún con las manos unidas, el chico se las llevó a su boca para besar la mano de la que, de ahora en más sería su novia. Esa imagen, sin duda fue la peor, sobretodo porque la edad que parecían tener no era tan lejana de la que teníamos Jackson y yo, la primera vez que estuvimos aquí.
Pero lo que hizo derrumbarme por completo, fue sin duda una pareja de ancianos. Él era rechoncho, traía lentes y un sinfín de arrugas, ella también con lentes ocultaba tras ellos unos enormes ojos marrones, tenía la nariz aguileña y los labios pincelados de un rojo pasión. También se agarraban la mano y hablaban animadamente pero a su vez con pasión y amor. Aunque su aspecto fue lo que dio el puntazo final, Jackson y yo nunca llegaríamos a tales instancias porqué él se había ido, y yo había sido tan orgullosa como para no perdonarlo y abordar el avión con él. Nunca podríamos llegar a ver a nuestros nietos correteando por el jardín mientras tomábamos té en el porshe, no tendríamos oportunidad de casarnos ni tampoco una gran fiesta. No me atribuía la culpa de todo eso, porqué fue su error no habérmelo dicho, pero sí era mi culpa cegarme tanto por la mentira y no ver más allá de esta. Estaba enfadada conmigo misma por haberme llevado por mis instintos, y ahora probablemente por eso, me quedaría sola. Nunca llegaría a mirar a una persona de ese modo, y dolía.
Pero a pesar de todo eso que vivía dando vueltas en mi cabeza, sabía que si en este momento lo seguía haciendo colapsaría y sobretodo porque estaba rodeada de felices parejas, qué al parecer todas se habían complotado en mi contra.
“Petra Cotes era tal vez el único nativo que tenía corazón árabe. Había visto los últimos destrozos de sus establos y caballerizas arrastrados por la tormenta, pero había logrado mantener la casa en pie.” Probablemente haya leído esa frase del libro que leía, “Cien años de soledad”, al menos unas veinte veces, pero aún así no lograba entenderla. A pesar de no querer, mi mente divagaba por el amor y cómo el mío se había escapado. Trataba de refugiarme en los momentos vividos y no pensar en eso, la primera mirada, el primer encuentro, el primer paseo, el primer beso, los que vinieron luego, pero aún así se me hacía difícil. Entonces como algo que surge de la nada, sentí una mano en mi hombro. Quién osaba interrumpir mis deprimentes pensamientos? Tenía claro que Charlie no era, sabía que me molestaba cuando lo hacía; pero entonces quién?